GALICIA UNE

Hay días en los que no sabes por dónde empezar al ponerte a escribir. Esos en los que te invade la sensación del papel en blanco y cuál va a ser la fórmula para llegar a completarlo. Muchas veces les pregunto a mis entrevistados, mucho más brillantes que yo, si les asusta que la inspiración no les pilla trabajando, o que lleguen a pensar que el talento tiene límite. En fondo lo hago para que me den argumentos en los que refugiarme cuando me ataca ese inquietante y, a veces, poco dominable vacío. Pero, al final, siempre hay algo que te hace salir a flote.

Siempre tengo tendencia a hablar o escribir de mi tierra. Eso no lo duda ninguno de los que me conocen de verdad. Puedo llegar a ser muy cansina y machacona con mi galleguidad, pero es algo que va en mi ADN. Son mis raíces, mi esencia. Y todo lo que lleve su aroma me activa los resortes de la saudade y la morriña. Nunca se evaporan y más cuando tu hábitat emocional está o ha estado a distancia. Y, mira por donde, dos gallegos me han solucionado la situación. Su encuentro en los últimos premios Goya es la disculpa perfecta para recordar.

Alguien, que conoce muy bien esos sentimientos galaicos, me mandó hace dos años la felicitación navideña, en formato video, de Alberto Núñez Feijoo y su “hermano de físico”, el actor compostelano Luis Zahera. En clave de humor, con esa sorna gallega que no todos entienden, el político se auto parodiaba con el actor gallego que, según algunos, es una fotocopia de la máxima autoridad de la Xunta en aquel momento, hoy presidente nacional de Partido Popular y candidato a la presidencia del país en las próximas elecciones.

A Luis, un clásico en la televisión gallega, le tardaron demasiado en descubrir en el panorama interpretativo nacional. Hoy es un imprescindible, que colecciona reconocimiento y premios gracias a su participación en la serie «La Unidad» y, actualmente, «As bestas». Su personaje de “Petróleo” en la serie “Mareas vivas”, en la que también participaba Luis Tosar, otro gallego ilustre que dio la alternativa al hoy reconocido Martiño Rivas, es toda una institución. Zahera es uno de los mejores actores de nuestro cine, pero la escalada al éxito no fue nada fácil. Cuando se incorpora al elenco de “Celda 211”, deja atrás todo un rosario de buenas interpretaciones y comienza un ascenso que culmina con el Goya 2019 al mejor actor de reparto por “El reino”. Fue, gracias a ese trabajo, cuando pude entrevistarle por primera vez y sumarle a mi listado de gallegos ilustres.

Esta semana, en una charla-coloquio organizada por el abogado Evaristo Estévez, en nombre de Rotary Pontevedra, pude contar algunas de mis experiencias profesionales. Y, cuando me preguntaron sobre asignaturas pendientes o personajes que se me han resistido, tuve que comentar la que pone a prueba mi paciencia. Mi experiencia con Feijoo, de momento, no es como la del resto de los personalidades que se han cruzado en mi camino. Me ha resultado más fácil llegar a Spielberg, Al Gore y Obama que a él. Curioso y sorprendente a partes iguales. “¿Aun no le has entrevistado nunca? ¡Cómo es posible!”, me preguntan constantemente. Y no, nunca he podido y aseguro que no por falta de interés. En 2013 envié mi primera petición por un mail, que todavía conservo como una reliquia. Fue la única vez que me respondieron, «ya te diremos algo». En los años restantes, diez exactamente, a pesar de múltiples intervenciones de amigos comunes, ni obtuve respuesta ni conseguí tener ese encuentro solicitado. El frenazo sistemático y reiterado a mis correos y llamadas es algo digno de estudio, aunque todas las hipótesis acaban señalando siempre a la misma persona.

En una ocasión me argumentaron que «el presidente no da entrevistas de corazón”, esas que luego concede a «Esquire» o «Vanity Fair«. El desconocimiento inaceptable, por parte de quienes tienen que saber qué hacemos cada periodista, me produjo una sonrisa, cuando debía haberme enojado, pero ya he tomado esta gestión como una batalla perdida. No se pierde la ilusión, pero sí gran parte de las ganas. Es fundamental la labor de quienes rodean a los personajes públicos de cualquier profesión. Y deberían saber que, con sus decisiones, a quien benefician o perjudican es a la imagen de quien representan. Pero ese modo de actuar parece ser una línea editorial entre los políticos gallegos, cuyos jefes de prensa ni siquiera responden las peticiones de los periodistas. Imagino que todo está supeditado a cómo cada uno entiende la profesionalidad o el amor a lo que se dedica. No pierdo la esperanza, aunque sea por orgullo. Igual, algún día, llegue el momento en el que Galicia nos una… y, ojalá también, siga activado mi interés.

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