
Hace unos años, cuando un trágico episodio ecológico puso en peligro la pesca gallega y era urgente recuperar la credibilidad y calidad de nuestra gastronomía, se orquestó la campaña publicitaria “Galicia Calidade” que, contra todo pronóstico, rompió barreras, traspasó fronteras y sobrepasó las expectativas iniciales. Ese lema no hizo más que enfatizar en la calidad de nuestros productos, que sobrevivieron a las maledicencias y campañas de desprestigio.
En la aventura pontevedresa con Los Arys no podía faltar un homenaje gastronómico porque, en Galicia, comer es un festín para el paladar y los sentidos. No hacen falta grandes lujos. En cualquier tasca escondida puedes degustar los mejores pescados y carnes de la región, por precios asequibles y con una frescura fuera de toda duda. Con esas premisas y dejándome llevar por mis afectos, elegí dos lugares que me traían recuerdos.

“O eirado das margaridas” (El prado de margaritas) es un restaurante rural, una casa de comidas enxebre y muy de la tierra. Marga, su dueña, es alguien muy especial. Joven y con estudios, hija de pescadores emigrantes en Alemania, decide un día dejarlo todo y montar un restaurante, con el consabido disgusto familiar “porque no querían que yo me dedicase a ésto”. Dispuesta a lograr su sueño, habilita como restaurante una casa de piedra, típica gallega, y se lanza a la aventura. Los comienzos no fueron fáciles, pero estaba convencida de que saldría adelante. Las gallegas somos luchadoras.
En esa etapa de sus comienzos es cuando la conocí. Me cautivó ella, me sedujo el lugar y caí rendida a su cocina. Han pasado ya unos cuantos años y he ido viendo la evolución estética de sus platos, que hoy son equiparables a los de cualquier chef con estrella Michelín. No en vano, Margarita ha sido alumna del laureado Pepe Solla. Ella, que se toma su profesión con tranquilidad y como una aventura de largo recorrido, tiene la convicción de que hay que ganarse al cliente día a día. “Lo importante es que vuelva, ese es el reto de cada día”. Para conseguirlo ofrece unos precios altamente competitivos y una calidad extraordinaria.
Nuestro homenaje gastronómico comenzó con un revuelto de erizos y algas (izda) y empanada de zamburiñas, elaborada con pan de maiz (dcha), para seguir con rape a la gallega (abajo izda) y bacalao a la brasa, sobre cama de patatas panadera, con cebolla marinada. Todo regado con un albariño de primera. Como postre, la clásica tarta de la abuela acompañada por sidra de fresa. Una auténtica delicatessen.
La noche anterior a la visita a “O eirado das margaridas” tuve un empeño especial en llevar a Los Arys a Pepe Solla (www.restaurantesolla.com) para alimentar una parte nostálgica de mi niñez. El actual poseedor de una estrella Michelín es digno sucesor de su padre. Cuando el veterano Solla cedió los fogones a su hijo, éste decidió empezar de cero cambiando toda la carta, a excepción del plato estrella de la casa: el soufflé, un postre inimitable. Llevaba muchos años sin tomarlo. Al probarlo de nuevo fue como la primera vez, el mismo sabor, idénticos recuerdos. Regresé a mi infancia a golpe de texturas, de olores, de sabores…
Cuando revives sensaciones y episodios felices de tu vida, recibes una inyección de vitalidad y de emociones que alimentan el ánimo. Así sentí que me ha ocurrido estos días de aventura con unos amigos ya incondicionales. He intentado trasmitirles a ellos la pasión que siento por mi tierra, sus gentes, sus costumbres, su calidad de vida. En parte creo que lo he conseguido. Margarita decía que es buena señal cuando un cliente repite visita al restaurante. Los Arys quieren volver a Galicia. Si es fruto de mi empeño…¡misión cumplida!
